
Una rosa, no de los vientos, sino del desierto dedico hoy a nuestro querido Juan Antonio Cebrián que tan sorpresivamente nos ha dejado. Desolados como el desierto quedan nuestros espíritus ante la pérdida de nuestro amigo y compañero, pero vivo e intenso como una rosa carmesí permanecerá en nuestros corazones su recuerdo y su obra.
Fuerza y honor.
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