
Tras detectar al escuadrón británico, el U-9 se sumergió y pasó a motor eléctrico. La escaramuza comenzó a las 07:20 cuando fue lanzado un único torpedo contra el primero de los buques, a una distancia de unos 500 metros. Los otros acorazados pensaron que se trataba de una mina, por lo que detuvieron motores para rescatar a los naúfragos.

El teniente Weddingen aprovechó semejante oportunidad para recargar el tubo recién utilizado y disparar de nuevo, esta vez con los dos tubos de proa que impactaron de lleno sobre el segundo navío, desde unos 300m.
El U-9 describió un giro, casi rozando la formación británica, y se alejó disparando desde una distancia de unos 1000m sus dos tubos de popa, impactando sólo uno de ellos. Recargaron con su último torpedo y dispararon de nuevo esta vez con éxito, hundiendo el último de los cruceros.
Pero no fue esta la única hazaña del intrépido Weddingen, pues al mes siguiente logró hundir el HMS Hawke, crucero de 7200 toneladas, torpedeado desde muy corta distancia pues el mando británico, paranoico con los anteriores ataques, había dado ordenes estrictas de navegar en zig-zag y con escolta lo que complicó bastante las cosas para los submarinos de ahí en adelante.
Todos estos éxitos le valieron al teniente Otto las máximas condecoraciones, La Cruz de Hierro Alemana y la Pour le Mérite prusiana. Pero sin embargo aún le quedaba una última gesta: en 1915 a bordo del U-29 detectó ni más ni menos que la fuerza principal de la gran flota ¡29 acorazados, 24 cruceros y 22 destructores!
En un acto de heroismo, o casi podríamos decir de temeridad, se lanzó al ataque pero fue descubierto por el legendario HMS Dreadnaught, que incapaz de dispararle con sus cañones por estar muy próximo, destruyó el U-29 chocando de proa contra él y acabando así con el submarino y la vida de este ilustre capitán, que perdió su vida en el mar que tantas glorias le había reportado.
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