A pesar de todo, las fuerzas aliadas estaban alertadas de la invasión gracias a los descifrados mensajes Enigma interceptados por el proyecto Ultra. Sin embargo, para evitar que los alemanes descubrieran que habían roto sus códigos, tan sólo pudieron movilizar un moderado número de tropas de la commonwealth (unos 30.000 hombres) equipados con los clásicos pero efectivos rifles Lee-Enfield además de las efectivas ametralladoras Bren y algunas antigüas Vickers. 10.000 efectivos griegos también se unieron al combate, aunque pobremente armados con antiguos rifles austríacos y faltos de munición, pero a pesar de ello no faltos de coraje.
Haciendo uso del supuesto elemento sorpresa, los alemanes atacaron al mismo tiempo el aeródromo de Maleme en Chania y la ciudad de Heraklion. En Chania los paracaidistas y los planeadores fueron diezmados por las defensas del aeródromo y el intenso fuego de mortero, aunque algunos elementos de la fuerza de ataque alemana que habían fallado en tomar tierra en el lugar designado se hicieron fuertes en la zona. Mientras tanto en Heraklion los alemanes tomaron las barracas en el oeste de la ciudad y el puerto, que serían recuperados por un contraataque de los griegos.
Al final del día ninguno de los objetivos de la Operación Mercurio había sido asegurado y los paracaidistas habían sufrizo tremendas bajas. Los alemanes habían tratado de abarcar toda Creta y tomarla en un solo golpe sorpresa, pero desconocían el hecho de que los aliados conocían de sobra estos planes. Esto unido al pobre diseño de dirección de los paracaídas alemanes, la inadecuada táctica de lanzar el equipo en contenedores aislados del personal y la feroz resistencia de los civiles supuso el principio del fin de las operaciones aerotrasportadas alemanas.
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