Son muchos los nombres que ha tenido la tierra de Creta desde que los egipcios la bautizaran como Keftiu. Uno de estos nombres fue "La tierra de las brumas". Sin duda este era un nombre muy apropiado, pues en el invierno, durante la puesta de sol, la calina marina rodea la isla haciendo desvanecer los montes distantes y cubriendo el mar con esa niebla que tanto temían los navegantes de la antigüedad.
Desde la isla, al margen de los temores que sintieron los marineros de milenios pasados, resulta un espectáculo observar cómo desaparecen los contornos de la costa mientras el sol desciende para ocultarse detrás del blanquecino velo que una vez dio nombre a esta tierra de mil culturas.
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